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Interesante reflexión sobre el software libre en Venezuela, escrita por Mariangela Petrizzo en su blog Conocimiento Libre para una Sociedad Libre.

Fuente: Mariangela Petrizzo

Parece que recientemente la búsqueda por debatir acerca de la soberanía tecnológica ha cobrado interés en algunas listas de distribución electrónica sobre temas de software libre que he podido ver, así como también el debate técnico siempre inacabado sobre el software libre y si una distribución X ó Y de linux es o no 100% libre al posibilitar a sus usuarios que descarguen software privativo, aunque esto sea sólo una condición de posibilidad en algunos casos. En especial, esto último parece presentarse de un modo casi cíclico y como respuesta aposiciones emanadas desde la Free Software Fundation o alguno de sus representantes frente a la decisión de distribuciones como Debian y Ubuntu de incluir en sus repositorios acceso a software no-libre, aunque su software core sí lo sea.

Volviendo al tema de la soberanía tecnológica aunque pareciera a veces estar acaparado en dedicación por referencias al software libre, es importante entender que va mucho más allá de consideraciones, por demás válidas sobre los distintos sistemas operativos y el software libre. Si es improcedente limitarla a lo técnico, la definición de la soberanía tecnológica no puede hacerse tampoco desde una óptica exclusivamente económica o derivadas de opiniones sobre los distintos bloqueos económicos que ocurren en el planeta. Pero esto último buscaré explicarlo mejor.

La búsqueda de la soberanía tecnológica, puede (quizás aquí cabe un “debe”) entenderse desde varios puntos de vista. Por ejemplo definida en términos de posibilidad de construcción local de decisiones y de autogestión sobre temas tecnológicos, y en una época signada por el uso indiscriminado, irreflexivo y casi exclusivamente instrumentalista de la tecnología y lo tecnológico, justo ésto último: lo tecnológico (el hecho tecnológico) no puede abstraerse de la también necesaria reflexión sobre los por qué, los para qué y los cómo de la tecnología y su sentido en nuestra construcción social.

Siguiendo esta ruta nos encontramos con el tema del control, desde el cual también puede definirse la soberanía tecnológica. Parece haber un axioma con respecto a la soberanía y es que ésta está íntimamente vinculada a procesos de búsqueda de control absoluto, coercitivo y castrante sobre las actividades humanas y sociales. Luego de haber leído un debate reciente a través de algunas listas de discusión electrónicas de nuestro país, en donde se cae en la tentación de hacer una distinción entre soberanía e independencia tecnológica en términos del control, quisiera detenerme a mostrar que el control pretendido con la soberanía no es uno absoluto y aplastante (coercitivo), sino uno fundado en el conocimiento y la reflexión sobre esos cómos, para qués y porqués que dije antes.

Pero es que, tampoco la idea de independencia tecnológica tampoco puede ser totalmente abstraíble de procesos sociales de control relativos, de nuevo en este caso, a toma de decisiones sobre cuáles tecnologías utilizar, decisiones éstas que no pueden obrar en un ámbito donde no concurra el control social sobre su propio destino y la posibilidad de revertirlo en construcción social, y la apropiación social de la tecnología y sus procesos.

En otras palabras, tanto la independencia tecnológica como la soberanía, aunque más la segunda que la primera, imponen un proceso de desmontaje de la utilidad como idea fuerza sobre el valor y valía de cualquier tecnología en boga.

La realidad es, y espero que no suene esto a contradicción, que parece claro que cada vez menos podemos aspirar a la “independencia” tecnológica en un planeta signado por intereses coorporativos o, al menos, resulta más complicado afrontar el proceso de independencia tecnológica en este contexto, e insuficientes los esfuerzos en ese sentido. Digo que no es contradicción pues la aspiración, sana por demás, a la soberanía tecnológica no colida con esta realidad y, quizás, surja em parte de ella.

El peligro reside en la necesidad, en esta época signada como decía antes en desventaja de lo social con respecto a lo tecnológico, de acometer labores de búsqueda de la soberanía tecnológica cuyo resultado podría devenir, eventualmente, en la construcción de un modelo tecnológico independiente de factores externos, aunque quizás dependiente de factores internos,   pues la dependencia tecnológica ocurre también con respecto a factores internos de una nación. En otras palabras, la dependencia se hace evidente también en los casos en que los actores internos, encargados de superarla frente a los externos, no pueden hacerlo.

Aquí nos toca nuestro racimo de cambur a quienes empujamos software libre y otras iniciativas en nuestro país, pues somos, en buena medida, responsables de nuestros fracasos en cada proyecto desvanecido como arena entre los dedos luego de luchas, casi, intestinas edulcoradas con cucharadas de malosentendidos y pérdidas de sentido colectivo de nuestros empeños grupales.

De lo dicho antes, parece que la soberanía tecnológica es un estadio de conciencia más avanzado, más reflexivo y más crítico sobre la tecnología y su función social; frente a la idea casi exclusivamente emancipatoria que encierra la independencia tecnológica.

De lo que hablamos, en suma, no está tan cerca de la necesaria desvinculación de las pautas establecidas por coorporaciones multinacionales, como de la búsqueda de fortalecer la conciencia ya algo establecida sobre la necesidad del acceso con amplitud, reflexión y crítica al conocimiento y al (los) hecho(s) tecnológico(s) en sí mismo(s).

De mirarnos y preguntarnos, en suma.