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Fuente: La Pastilla Roja (Sergio Montoro)

Siempre he sido fan del “marketing introspectivo”. Una técnica de investigación de mercado de cosecha propia que consiste en lo siguiente: diseñas un producto para ti mismo y fabricas un mínimo producto viable. Ahora hay que responder a tres sencillas preguntas:

1ª) ¿Usas tu propio producto?
2ª) ¿Es realmente útil y práctico?
3ª) ¿Cuánta gente más hay ahí fuera con el mismo problema que tu tenías?

Si me dieran a elegir el software que me gustaría haber inventado probablemente elegiría PKZIP, el shareware que un chico de 23 años de Milwaukee desarrollo en la cocina de su madre y que hizo posible vivir con disquettes de 3,5 y modems de 56K.
La causa de la tremenda popularidad de PKZIP y otros compresores como ARJ es fácil de intuir: muchísima gente sufría los mismos problemas de espacio en disco que el joven Phil Katz.

El marketing introspectivo es una herramienta útil, pero los emprendedores abusan en exceso de él. Calculo que 9 de cada 10 startups que veo por primera vez pierden mi atención durante los 10 segundos por una sencilla razón: son proyectos para geeks, no para el público en general y por ello, salvo Apple, que es la excepción que confirma la regla, es difícil que lleguen a cruzar el abismo. E incluso la misma Apple basa su éxito (creo) en vender productos geek que pueden usar y desear los no-geeks.
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